El 10 de septiembre de 2014 la Comisión Nacional del Mercado de Valores y los medios de comunicación recibían una nota urgente del Banco de Santander, su presidente, Emilio Botín había fallecido. Respecto a las causas del fallecimiento, se comunicaba que había sufrido un infarto de miocardio mientras se bañaba en su casa de Somosaguas. Sin embargo, para sorpresa general, en un juzgado de Madrid se presentaron querellas por supuesto asesinato. Según los denunciantes, Botín no habría muerto en el chalé de Somosaguas, sino en el apartamento que habitualmente utilizaba en la Ciudad Financiera del Santander, en Boadilla del Monte, asesinado por determinados miembros del cuerpo de seguridad siguiendo un plan urdido por la familia con el fin, al parecer, de evitar posibles cambios en su testamento. Un temor despertado al conocerse —según informaron varios medios de comunicación— las intenciones del presidente de contraer matrimonio en los meses siguientes. El caso está rodeado de cierto misterio y quizá un examen de los acontecimientos de los días previos a su fallecimiento pueda ayudar en el esclarecimiento del suceso...»